terça-feira, 21 de outubro de 2014

leituras recomendadas II

Cuidado paliativo para la atención primaria
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http://www.pagina12.com.ar/commons/imgs/go-gris.gif Por Pedro Lipcovich
Se puso en marcha un proyecto para que los profesionales de las “salitas” de atención primaria del país se capaciten en cuidados paliativos (CP), es decir, en la atención requerida por personas que están en la última etapa de la vida o que padecen enfermedades graves. Mientras tanto, “la realidad es que muchas veces, cuando el paciente vuelve a su comunidad desde un hospital de alta complejidad, los profesionales no están formados para atenderlo”, advirtió la titular de cuidados paliativos del Instituto Nacional del Cáncer. Los CP se aplican no sólo a pacientes con cáncer, sino a personas que sufren enfermedades cardiovasculares, demencias y otros trastornos, y también a sus familias.
“La situación actual, sobre todo en el interior del país, es la siguiente –explica Graciela Jacob, coordinadora del área de cuidados paliativos del Instituto Nacional del Cáncer–: supongamos, un paciente termina una etapa de su tratamiento, por ejemplo quimioterapia, en un hospital cabecera de la capital provincial, y vuelve a su comunidad. Los profesionales de atención primaria no están acostumbrados a seguir a un paciente de este tipo ni a atender las complicaciones que a veces provienen de la enfermedad y a veces del tratamiento. Sucede que muchos pacientes necesitan cuidados paliativos desde el inicio de su enfermedad. Se tienden a confundir los cuidados paliativos con cuidados del final de la vida, pero no es sólo así. Se trata entonces de contar con cuidados paliativos a lo largo de toda la enfermedad y para esto tiene que haber, en las salitas de atención primaria, profesionales que puedan hacer el seguimiento de estos pacientes.”
Por eso, el Instituto Nacional del Cáncer (INC), dependiente del Ministerio de Salud de la Nación, organizó un seminario sobre cuidados paliativos destinado a profesionales de atención primaria de todo el país, con intervención de expertos en cuidados paliativos de la Asociación de Oncología Clínica de Estados Unidos (ASCO). “Participaron médicos y enfermeros de distintas provincias –contó Jacob–. El propósito fue formarlos como formadores para que entrenen a su vez a los profesionales de su comunidad. En la Argentina, por lo menos 60.000 personas necesitarían cuidados paliativos. Desde el año 2000 están incluidos en el Programa Médico Obligatorio (PMO), pero sólo algo más del diez por ciento de la población tiene acceso, y hay muy pocos sistemas de cuidados paliativos que se centren en la atención domiciliaria.”
“Para cambiar esto –continuó Jacob–, es necesario fortalecer a los profesionales de atención primaria, que, sobre todo en localidades pequeñas, van también en la casa del paciente. Los centros de atención primaria cuentan con médicos, enfermeros, trabajadores sociales, a veces hay psicólogos, y tienen un personaje importantísimo que es el agente sanitario, el que recorre las casas para llevar adelante los programas de prevención. Estos equipos son los que están en mejor posición para hacer el seguimiento, y los equipos especializados en CP quedar reservados para las situaciones más complejas.”
“Cuando la atención primaria está bien articulada con los equipos especializados en cuidados paliativos, entonces el correo electrónico o el teléfono facilitan el trabajo en red –explicó Jacob–: ‘Tengo un paciente con este problema, ¿qué puedo hacer?’. Y el especialista responde a la consulta. Cuando estuve en Canadá, encontré que, para los problemas de piel de todos los pacientes oncológicos de ese país, alcanzaba con dos dermatólogos de consulta: porque los enfermeros que visitan a los pacientes fotografían las lesiones con su celular, las envían por e-mail y el dermatólogo verifica semana a semana cómo va el tratamiento. Entonces, se trata de dotar a los centros de atención primaria con buenas redes de interconexión, y existen muchos programas de computación para hacer el seguimiento.”
“A veces –comentó la especialista–, pacientes con cáncer permanecen en hospitales de agudos porque, si vuelven a la casa, no hay un equipo profesional que los atienda. Pero el hospital de agudos no está diseñado para las necesidades de estos pacientes, que requieren seguimiento y contención. El médico de cabecera es el que más conoce del paciente, y a menudo el especialista puede averiguar mucho más preguntándole al médico de cabecera que haciendo estudios. Pero, para que esto se concrete, debe haber una adecuada circulación de pacientes entre los distintos niveles de atención, y esto la población debe entenderlo y exigirlo.”
–¿Por qué importa que la gente común sepa y exija sobre “circulación de pacientes entre los distintos niveles de atención”?
–Importa mucho –contestó Jacob, y explicó–: supongamos, un paciente vuelve desde la salita de su comunidad a un hospital de mediana o alta complejidad: no es lo mismo que llegue y tenga que explicar todo de nuevo porque nadie sabe nada de él, a que su médico se haya comunicado por teléfono o por e-mail con el hospital y que el paciente, con una nota de su médico, se dirija a tal o cual servicio donde ya saben para qué va.
–La experiencia es totalmente distinta...
–Por supuesto. Y eso de que el paciente llegue al centro de complejidad sin que nadie sepa nada, eso pasa incluso en los sanatorios privados más “pipí cucú”. Para que estas cosas se hagan bien, hay recursos establecidos: por ejemplo, el paciente es derivado por su médico de atención primaria llevando un sticker rojo o amarillo o verde: si es rojo, requiere atención urgente; si es verde, cuando le toque el turno; si es amarillo, más o menos. Son recursos simples, efectivos y baratos. Se usan planillas, que pueden ser virtuales, para medir la calidad de la atención: cuántos pacientes llegaron y cuántos se perdieron, y, si se perdieron, el médico de atención primaria va a rastrearlos, porque él es responsable de su paciente. “Atención primaria” no equivale a “atención primitiva”, al contrario, es el eje de la medicina. Y esto la comunidad tiene que saberlo, para saber qué debe pedir y, llegado el caso, exigir.

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Alivio del dolor
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http://www.pagina12.com.ar/commons/imgs/go-gris.gif Por Pedro Lipcovich
Los calmantes opioides como la morfina –indispensables para el alivio de dolores que acompañan a enfermedades graves– siguen siendo de acceso problemático en la Argentina. Así lo advirtió la titular de Cuidados Paliativos del Instituto Nacional del Cáncer y también un representante de la Asociación Argentina de Cuidados Paliativos. “El alivio del dolor se considera un derecho humano y negar ese alivio es una forma de tortura”, advirtieron.
“En la Argentina es mucho más fácil conseguir cocaína que conseguir un jarabe para la tos con codeína –observó Graciela Jacob, coordinadora del área de cuidados paliativos del Instituto Nacional del Cáncer–. Para recetar un opioide los médicos deben contar con un recetario especial y, antes de que le den el siguiente talonario, debe entregar el anterior completo: si el médico trabaja en un lugar alejado, pueden pasar dos meses desde que entrega el anterior hasta que recibe el siguiente. Nadie le prohíbe al médico que recete opioides, pero se le hace difícil. Otra dificultad es que nadie les enseña a los médicos a recetar opioides: en las carreras de Medicina, se dedica muy poca atención al dolor, pese a que en cualquier centro de atención primaria la mayoría de los pacientes llega por algún dolor. Por último, en la comunidad prevalecen mitos como que el uso terapéutico de los opioides genera adicción, y no es así, o que si le dan morfina a alguien es porque se está muriendo, y tampoco es así.” Gustavo De Simone, ex titular de la Asociación Argentina de Medicina y Cuidados Paliativos, señaló que “la accesibilidad a los opioides varía mucho según el lugar del país. En varias provincias, el acceso a estos medicamentos es difícil. Córdoba, por ejemplo, tiene graves problemas en ese sentido. También en provincias del noreste hay trabas burocráticas importantes. En la ciudad de Buenos Aires, el acceso a los opioides es mucho más fácil, pero en las farmacias de los hospitales públicos no se provee esta medicación para pacientes ambulatorios, pese a que la persona con una enfermedad crónica avanzada, salvo que se le presente una complicación aguda, generalmente permanece en su domicilio y muchas veces padece dolores que requieren analgésicos opioides”.
–¿El acceso a estos medicamentos es gratuito, como en los del VIH o el cáncer?
–No. Hay proyectos de ley para garantizar el acceso gratuito a opioides, pero ninguno fue sancionado hasta ahora. La tendencia internacional es el acceso gratuito a un vademécum básico que garantice el alivio del dolor. En la Argentina, algunas obras sociales proveen el ciento por ciento de cobertura, como lo establece el PMO, pero no todas, y muchas veces el paciente debe comprarlos en farmacias.


 serie de reportagens sobre CP na argentina -fonte jornal pagina 12

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